CUENTO DEL ROMANCE DEL CONDE NIÑO
La mañana de San Juan, el Conde Niño fue a dar agua a su caballo. Mientras el animal bebía, el conde entonaba una linda canción; tan bella, que las aves se paraban a escucharlo. La reina despertó a su hija diciéndole que escuchara a la sirena del mar. La princesa le contestó que no era la sirena, sino el Conde Niño sufriendo por su amor. La reina, muy enfadada, amenazó con matarlo. La princesa le suplicó que no lo hiciese, porque ella también moriría de amor. Él murió a la media noche, la princesa murió al amanecer. A ella, como hija de reyes, la enterraron en un altar; y a él, como hijo de condes, unos pasos más atrás. De la princesa nació un rosal blanco, del Conde, un espino albar. Tanto y tanto crecieron, que casi llegaron a juntarse y la reina, llena de envidia, mandó que los cortasen. De ella nació una garza, de él, un fuerte gavilán, y así, los dos pudieron estar juntos volando por el cielo.
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